La Nevera Zombie: Que lío lío el laterío

  Dice el marino: "Quien quiera peces que moje el culo" y digo yo, en nombre de todos los que hacemos posible La Nevera Zombie (osea yo): "y un cojón."

Leven anclas, grumetes de LNZ, y enfilen hacia la bocana de puerto, que hoy toca hablar del laterío. Bien sea en bote, o en lata, este milagro de la técnica permite fardar hasta al más recalcitrante alérgico al agua salada de degustar pescados y mariscos de más latitudes que un marino con los dedos bien curtidos de anzuelos y nylon. Si los jueves son los nuevos viernes y los 40 los nuevos 30, las latas son el sustituto de la sopa de nabo de épocas de hambruna y el relleno estomacal mas habitual de singels, exmileuristas exiliados y estudiantes impúberes.

Sardina, sardinilla, bonito y atún, mejillones, chipirones y calamares. Manjares acicalados con los clásicos aceites y escabeches o con salsas picantes, más atrevidas y macarras.
Entre las bondades de la materia cabe resaltar que, ahora que la gran mayoría del laterío viene bien pertrechado con "abrefacil", la manipulación es sencilla; al menos para todo el que mantenga dedos suficientes como para hacer pinza y tirar de la anilla. Huir del escorbuto y de la inanición, aún corriendo el riesgo de cercenarte un dedo durante el proceso de apertura, lleva un trabajo múltiplo de 0 y una vez pasado el arriesgado trance sólo nos queda quitar lo metálico y colocar el resto entre pan. Si hablamos de precio, nos encontramos con otra bondad, por descontado sale peor que el "do it by yourself", pero dice el dicho: "Ir a la guerra, navegar y casar, no se ha de aconsejar" así que con esta alma conservadora y comodona damos por bueno el gasto.

Asumiendo que todos estáis familiarizados tanto con el contenido de las latas como con su manejo, llega el momento de verter al aire la pregunta que fundamenta esta sección: ¿en el hipotético y excepcional caso de encontrarnos frente a la necesidad de preparar una cena apta para raptar princesas ("A la mujer y al viento, pocas veces y con tiento") podría el laterío permitirnos salir airoso? Desde este galeón pirata lleno de zombies hambrientos os mostraré con fieros cañonazos que la respuesta es sí.

Pongamosnos en situación, soplan vientos favorables y a lo lejos se divisa una chalupa cargada de exuberantes tesoros a la que queremos echarle mano (literalmente). Es primordial acercarse con sigilo...un primer plato frío, sin riesgo, que como todos sabemos: "en noche cerrada, más vale vela aferrada". Ahí va el primer plato: ensalada de caballa al alioli...una base de lechuguita variada, con un aliño suave, a base de sal, aceite y vinagre, sobre la que colocamos, sin despiezar, los filetes de caballa en aceite y que terminamos con un toque de alioli.
"Si el mar fuera vino, todo el mundo sería marino". Tomad buena nota, un vino barato, pero que parezca caro. Increible municion para tus cañones.

Ahora que hemos afianzado nuestros garfios al costado enemigo, toca arrastrarlo con furia a nuestro lado, para eso subimos el nivel con unas almejas gratén, que el marisco es afrodisiaco y yo "en lo que claramente veo, no brujuleo". La preparación apta hasta para un tuerto con miopía: colocamos las almejas en la base de una fuente para horno, agregamos un chorrito de aceite, una guindillita, una pizca de sal, espolvoreamos con queso para gratinar y directamente al horno. Exito asegurado.
Que lío lío el laterío
Cuando, vencidas sus defensas, nos paseemos por su barco como si fuera el nuestro, sólo nos queda arriar su bandera para izar las tibias y la calavera y para eso que mejor que un postre de piña flambeada, la ponemos troceada en una sartén, agregamos tres cucharadas de azúcar moreno, un chorretón de ron, le damos fuego y listo para emplatar.

Si habeis atracado en buen puerto, cubiertos de gloria y tesoros, enhorabuena....Si la chalupa ha partido perdiendose en el horizonte, si te has quedado sin un dedo o si has quemado la cocina, al menos te puedes beber el vino.... que ya sabes que "cuando al marinero le dan de beber, o esta jodido o lo van a joder".



 
                                       Y del trueno al son violento,
y del viento, al rebramar,
yo me duermo sosegado,
arrullado por el mar.
                                                          
                                                                      -Espronceda-



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