Joe Sheriday y Thomas S. Elliot nunca se conocieron, pero al primero poco le importaba que el segundo afirmara "haber medido su vida en cucharillas de café". Arreciaba la tormenta y en Shannon Airport el frío helado del invierno irlandés se colaba por cada rendija, haciendo que un desagradable murmullo de desapropiación se elevara sobre la voz de Billie Holiday cada vez que uno u otro viajero se aventuraba a abrir la puerta y abandonar la discreta calidez del bar.
El aire frío azotó de nuevo haciendo cecear la radio, distorsionando en un zumbido la voz negra y acogedora de Holiday. Una muchacha enfundada en el azul plomo de la Pan American se acercaba un nuevo cigarrillo a los labios mientras que un hombre, con galones y gorra de plato, aprovechaba el intimo trance de darle fuego para oler su perfume. A su lado el resto de las azafatas, dos o tres familias y un puñado de hombres de negocios, miraban al cielo anhelantes, a traves de las vidrieras, al tiempo que, arrebujados en gabanes y abrigos, golpeaban el suelo con los zapatos tratando de entrar en calor. Joe sabía que mientras el ceceo cadencioso de la radio no desapareciera tendrían que seguir frotándose las manos.
Antes de que acabara "I Wished on the Moon"el bueno de Joe ya se había propuesto darle solución al frío y al tedio. Por supuesto que no iba a ser el el primero en arrearle un chispazo de destilado a un café oscuro como el alma de un verdugo, pero aquella madrugada la voz rasgada y chillona de Holiday se le metió en la sangre. Observó las botellas alineadas con mimo sobre el espejo rotulado con "Foynes Bar" y se puso manos a la obra.
Tuvo claro que quería una copa de boca ancha; dudó entre dos recipientes de azúcar, pero la voz negra de Billie le mostró el camino y decidió inaugurar el cristal con tres cucharadas de azúcar moreno.
Eligió el mejor jugo de su tierra: dos onzas de un whisky ambarino con sabor a malta y olor a roble y lo derramó en la copa. Con la violencia de una tormenta se engulló el azúcar.
Tocó luego el turno del café, oscuro, fuerte.. 4 onzas y tan ardiendo como para arrancar vapores al alcohol.
Por último dos onzas de densa nata líquida.
En cuanto su creación se extendió por la barra los zapateos se acompasaron al son de la radio, los murmullos dejaron paso a conversaciones salpicadas de voces y risas; y la muchacha de la barra ya correspondía con gusto a los besos furtivos del piloto.
- ¿Café brasileño? -preguntó un viajero con la copa vacía en la mano.
- ¿No, café irlandés? -le contestó Joe Sheridan.
Para cuando el vuelo de la Pan American cogió aire, La voz cristalina de Judy Garland ya había apartado del dial a Holiday.
Abajo un barman canturreaba "Somewhere over de rainbow" envidiando a aquellos que atravesaban el océano. Poco podía imaginar que su recién nacida receta, Irish Coffee, fuera a dar la vuelta al mundo.
Antes de que acabara "I Wished on the Moon"el bueno de Joe ya se había propuesto darle solución al frío y al tedio. Por supuesto que no iba a ser el el primero en arrearle un chispazo de destilado a un café oscuro como el alma de un verdugo, pero aquella madrugada la voz rasgada y chillona de Holiday se le metió en la sangre. Observó las botellas alineadas con mimo sobre el espejo rotulado con "Foynes Bar" y se puso manos a la obra.
Tuvo claro que quería una copa de boca ancha; dudó entre dos recipientes de azúcar, pero la voz negra de Billie le mostró el camino y decidió inaugurar el cristal con tres cucharadas de azúcar moreno.
Eligió el mejor jugo de su tierra: dos onzas de un whisky ambarino con sabor a malta y olor a roble y lo derramó en la copa. Con la violencia de una tormenta se engulló el azúcar.
Tocó luego el turno del café, oscuro, fuerte.. 4 onzas y tan ardiendo como para arrancar vapores al alcohol.
Por último dos onzas de densa nata líquida.
INGREDIENTES para un Café Irlandés
- 60 ml de whisky irlandés.
- 120 ml de café caliente.
- 60 ml de nata montada.
Tres cucharaditas de azúcar moreno.
RECETA para un Café Irlandés (Irish Coffee)
- Colocamos tres cucharaditas de azúcar moreno en una copa balón.
- A continuación agregamos el whisky y removemos hasta que se integren.
- Añadimos el café muy caliente.
- Por último agregamos la nata.
En cuanto su creación se extendió por la barra los zapateos se acompasaron al son de la radio, los murmullos dejaron paso a conversaciones salpicadas de voces y risas; y la muchacha de la barra ya correspondía con gusto a los besos furtivos del piloto.
- ¿Café brasileño? -preguntó un viajero con la copa vacía en la mano.
- ¿No, café irlandés? -le contestó Joe Sheridan.
Para cuando el vuelo de la Pan American cogió aire, La voz cristalina de Judy Garland ya había apartado del dial a Holiday.
Abajo un barman canturreaba "Somewhere over de rainbow" envidiando a aquellos que atravesaban el océano. Poco podía imaginar que su recién nacida receta, Irish Coffee, fuera a dar la vuelta al mundo.
Irish Coffee. Salud, Salute, Santé, Cheers. Kampai, Á Vossa, Na Zdorovie, Mabuhay, Kippis, Proost.
Fotos by Photo © Barbara Braunstein
Qu{e rico y provocativo se ve, habrá que probarlo.
ResponderEliminarClaro que sí, ideal para días de frío. Un café buenísimo. Un saludo desde La Cocina de la Abuela.
Eliminar